Eficiencia energética

Salud metabólica de los rumiantes lecheros

Periodo de transición, balance energético negativo y eficiencia energética

En el ámbito de la ganadería, comprender y gestionar el balance energético de los rumiantes, especialmente durante periodos críticos como el preparto, es fundamental para mantener la salud de los animales y la productividad de las explotaciones. El periodo previo al parto se caracteriza por una compleja interacción entre las crecientes necesidades energéticas del animal y su ingesta real de energía. A medida que los rumiantes se acercan al parto, su gasto energético aumenta significativamente para apoyar el crecimiento fetal y la preparación para la lactancia. Sin embargo, este aumento de la demanda suele coincidir con una disminución de la ingesta de materia seca (IMD), lo que crea un difícil desajuste.

Este déficit energético obliga al rumiante a movilizar rápidamente sus reservas de grasa como fuente de energía alternativa. Aunque se trata de una respuesta adaptativa natural, una movilización excesiva y rápida de la grasa puede conducir a una espiral perjudicial. En un intento de compensar el déficit energético, el organismo del animal descompone las reservas de grasa demasiado rápido y en grandes cantidades. Esta rápida descomposición de la grasa provoca una acumulación de ácidos grasos en el hígado y una sobreproducción de cuerpos cetónicos, lo que conduce a trastornos metabólicos como el síndrome del hígado graso y la cetosis.

Estos trastornos no sólo repercuten en la salud y el bienestar de los animales, sino que también tienen consecuencias de largo alcance en su productividad. El efecto en espiral de este desequilibrio energético puede conducir a una cascada de problemas de salud, reducción de la producción de leche y problemas reproductivos tras el parto. Reconocer y tratar este desajuste energético antes del parto es crucial. Implica una gestión nutricional cuidadosa, la supervisión de la condición corporal y prácticas de alimentación estratégicas para garantizar una transición más suave del rumiante al periodo de lactación, salvaguardando así tanto la salud del animal como la productividad de la explotación.

Salud reproductiva y riesgos tras el desequilibrio energético

Los desequilibrios energéticos que experimentan los rumiantes durante el periodo crucial de transición tienen un profundo impacto en su salud reproductiva. Este periodo, que abarca el tiempo que transcurre poco antes y después del parto, es fundamental para sentar las bases del futuro rendimiento reproductivo y de lactación de la vaca. Las vacas sobrecondicionadas, en particular, tienen un mayor riesgo de experimentar complicaciones reproductivas en ciclos posteriores. Estas complicaciones a menudo se manifiestan como intervalos entre partos prolongados, necesidad frecuente de repetidas cubriciones y tasas de preñez notablemente más bajas. Estos problemas son principalmente consecuencia del estrés metabólico que se produce durante la fase previa al parto.

Estos problemas reproductivos tienen implicaciones de gran alcance, como la disminución de la producción lechera y el aumento de las tasas de sacrificio. Una fertilidad deficiente y un rendimiento inferior al óptimo son factores importantes que impulsan este aumento de las tasas de sacrificio, lo que supone una carga económica considerable para las explotaciones. La reducción de la producción lechera no sólo afecta al ciclo de lactación inmediato, sino que también puede tener efectos persistentes en la productividad general del rebaño.

Para hacer frente a estos retos, es vital contar con estrategias de gestión eficaces durante el periodo de transición. Entre ellas se incluyen prácticas de control sanitario regulares y exhaustivas, que abarcan la puntuación de la condición corporal y evaluaciones reproductivas detalladas. El control de la condición corporal ayuda a identificar a las vacas que corren el riesgo de estar sobrecondicionadas y permite realizar los ajustes dietéticos oportunos. Del mismo modo, las evaluaciones reproductivas permiten la detección precoz de posibles problemas de fertilidad, lo que permite una intervención rápida.

Además de estas medidas, es crucial aplicar un plan nutricional completo adaptado a las necesidades específicas de cada vaca durante este periodo. Esto implica garantizar una ingesta energética adecuada para satisfacer las mayores demandas del final de la gestación y el principio de la lactación, evitando al mismo tiempo un exceso de energía que conduzca al sobreacondicionamiento.

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Toxemia del Gestación en pequeños rumiantes

En los pequeños rumiantes, la amenaza de la toxemia del gestación al final de la preñez plantea riesgos significativos. Este trastorno metabólico, precipitado por un Balance Energético Negativo (NEB), es el resultado de un aumento de las demandas energéticas y una reducción del apetito, lo que conduce a una menor Ingesta de Materia Seca (DMI). La movilización excesiva de grasa, especialmente en animales sobre-acondicionados, provoca una acumulación de ácidos grasos no esterificados (NEFA) en el hígado, lo que desencadena una sobreproducción de cuerpos cetónicos. Esto agrava aún más el problema, al deprimir aún más el apetito y causar una caída dramática en DMI.

Las consecuencias de la toxemia del preñez profundas y polifacéticas. Son frecuentes los abortos espontáneos o la muerte de la oveja/cabra antes del parto, lo que conlleva la pérdida total de la descendencia y la posible pérdida de la madre. Las ovejas/cabras supervivientes sufren a menudo una reducción o deterioro de la producción de leche, con curvas de lactación mucho más cortas. El deterioro de su condición corporal también conduce a un bajo rendimiento en los ciclos posteriores. La sobrealimentación durante la recuperación provocar que la oveja vuelva a sufrir sobrepeso, lo que aumenta el riesgo de recurrencia en el siguiente periodo de gestación. En el caso de las ovejas alimentadas con pasto, el estado de debilidad posterior a la toxemia retrasa su vuelta al ciclo de cría, lo que las convierte en animales que se descuelgan del rebaño y atrasan su calendario de cría.

Aumentan las necesidades energéticas

Las necesidades energéticas aumentan antes y justo después del parto

Sobreacondicionamiento

La prolongación de los intervalos entre partos con una producción más baja conduce al sobreacondicionamiento de las vacas

Anovulación

Las vacas que superan con creces el VWP no ciclan (ni rastro de estruos)
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Movilización de grasas

La movilización de grasas para reducir el NEB conduce a trastornos metabólicos (hígado graso, cetosis)

IMD deprimido

Los trastornos metabólicos disminuyen aún más la IMD agravando el NEB

Eje hormonal

El NEB grave altera el eje hormonal reproductivo

Aumentan las necesidades energéticas

Las necesidades energéticas siguen aumentando

DMI se hunde

El exceso de cuerpos cetónicos deprime aún más el apetito y provoca una caída del IMD

Hígado graso

El hígado se llena de NEFA* provocando un exceso de producción de cuerpos cetónicos
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IMD deprimido

La reducción del apetito y la disminución de la IMD reducen el aporte energético

Puesta en marcha del BNE

Aparece el Balance Energético Negativo (NEB)

Movilización de grasas

Movilización excesiva de grasa (especialmente cuando se está sobreacondicionado)

Aumentan las necesidades energéticas

Las necesidades energéticas siguen aumentando

DMI se hunde

El exceso de cuerpos cetónicos deprime aún más el apetito y provoca una caída del IMD

Hígado graso

El hígado se llena de NEFA* provocando un exceso de producción de cuerpos cetónicos
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IMD deprimido

La reducción del apetito y la disminución de la IMD reducen el aporte energético

Puesta en marcha del BNE

Aparece el Balance Energético Negativo (NEB)

Movilización de grasas

Movilización excesiva de grasa (especialmente cuando se está sobreacondicionado)

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